Mi recuerdo de “El Pira”.
Mi
recuerdo de “El Pira”.
Era
ese compañero que todos queremos tener a lo largo de las estancias
que cruzamos en esta vida. Alegre, simpático y como si de un niño
de setenta años siempre se tratase, juguetón y divertido. Estaba en
la contemplación de la felicidad constante, con esa sonrisa en el
rostro que hablaba de su carácter abierto y jovial, en cada nota
ponía el punto de su vitalidad, cada jornada centrado en la
sencillez y en el palacio de su ingenuidad. Ese heraldo que habla de
los buenos amigos y que nos trae cada instante las ganas de verle por
estar con alguien que canta a la vida como un poeta sin palabras, que
escala la gloria de su bienestar colocando el color diáfano de la
alegría en todo lo que hacia.
Ese
compañero de aventuras que convierte en algo fantástico todo lo que
toca, rocío de cada mañana para la amistad, de forma que cada día
tenga un poco de misterio y un mucho de generosidad. Sus palabras a
veces alocadas y pueriles te hacían pensar en la duda de si hablaba
en serio o era solo una de las muchas bromas con las que dibujaba su
personalidad. Ese ser que todos queremos tener a nuestro lado, para
tratar de llevar la vida con un poco de ilusión. La ilusión,... que
palabra más maravillosa que en este hombre tenía la fortaleza de un
trono, entregando a todo lo que realizaba la magia de la fuerza y el
optimismo. Una vida cargada de negras tormentas que jamás quiso ver
y que con el velo de la imaginación y el color de la esperanza hacia
que cada instante tuviese una necesaria ventana mirando la vida. Nada
pudo con él, ni el dolor de la muerte de los seres queridos, ni los
arañazos de un destino torcido hicieron mella en sus esperanzas, un
jinete de la locura sabia, de los sueños por conquistar.
Estaba
vivo y en cada momento reflejaba esa vitalidad, enamorado de la
existencia y de todas aquellas cosas que levantaban su vida
intensificando la de los demás. Tenía los años de la infancia en
los ojos y la visión alocada de un quinceañero. “EL PIRA”, ese
amigo fiel que acompaño todos los momentos de su buen camarada, el
genio de la música, que le daba la opción de compartir la
experiencia más maravillosa que uno podía imaginar.
Ser
jóvenes a través de la amistad y de la alegría, dejando en el
olvido los trágicos andares de la existencia y llenando cada
instante con palabras que repartían confianza y respeto. Compañeros
en tanta adversidad como en risas y felicidad, viajeros de una unión
que abría puertas a la imaginación y a los sueños. Esa imagen que
un día tenemos de no querer separarnos de nuestros amigos de la
juventud y recorrer con ellos toda la franja de la existencia,
haciendo epopeyas con las que llenar las imágenes de este libro de
recuerdos que son nuestras vidas.
Jose
Luis, amigo de la amistad y compañero leal. Debajo de todos los
recuerdos hay un nudo que no se rompe por el discurso dañino y
cargado de los años, de forma que como ejemplo de nuestra verdad y
de nuestro valor el destino nos trae una presencia que comparte los
trotes de nuestro vivir, sin dejar jamás de sentir, que una mano
amiga esta a nuestro lado y nos ilumina con su animo. “El Pira”
es esa persona que todos deberíamos tener y los que gozamos de
alguien que tiene este valor a nuestro lado, nos damos cuenta de la
virtud que el destino nos brinda con una presencia firme y autentica
que está ahí siempre, dejando que cada página nos cuente que no
estamos solos.
Amistad,
alegría, lealtad, demasiadas cosas bellas en las manos de un amigo,
tesoro casi inalcanzable y que pocos han podido gozar en esta vida.
Me honra haberle conocido, haberle admirado, haciendo en mi persona
un recuerdo que jamás quiero olvidar. Jose Luis está con los
amigos, con sus locas historias y sus ideas estrafalarias, pero
haciéndonos sonreír siempre con ese carácter, que envidiable por
lo inocente y jovial, nos dirige siempre por los caminos más
armónicos. La imagen del amigo fiel tiene un mensaje para todos
nosotros de esa búsqueda de la unidad en la perfección que nos
gustaría alcanzar.
Hola
Jose Luis, comparte hoy con nosotros tus locuras para poder apreciar
la necesidad de seguir siendo hoy niños como nunca tuvimos que dejar
de ser.
Isrrael
3 Perez
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