Oír su música y dejarse llevar. El Zan Tiretu de Antón.
Oír
su música y dejarse llevar.
El
Zan Tiretu de Antón.
El
Zan Tiretu era una vieja fórmula de rezo que usaban las curanderas
de los pueblos en el País Vasco, con la intención de curar o
limpiar de los maleficios a los lugareños. Es parte de la antigua
tradición donde los bosques tenían presencia y fuerza, y cada casa
aislada se convertía, a la sombra de la noche que se acercaba, como
un paisaje de siniestra forma que inundaba tu corazón de miedos
infantiles a nuestras espaldas.
Anton
era folklore, romanticismo y poesía, porque su alma se movía sobre
esas cuerdas, creando siempre, en todo lo que hacia, esa tonalidad
donde misterio y pasión se movían construyendo sueños, sus sueños
y los de aquellos que gozamos con la inspiración de la vida
encriptada en cada una de las musas que nos visitan.
Oír
su música y dejarse llevar, tocar el folklore y la magia de los
campos rodeados por las nieblas que se cierran en nuestro entorno,
dejando tras nuestras huellas la sensibilidad helada de nuestros
miedos, especulando sobre los futuros con los terrores del pasado
siguiéndonos las espaldas.
Estamos
envueltos en la música que habla de misterios y de ideas retorcidas
que nos hacen dudar. Tiemblas ante la expectante tensión que nos
forja el Zan Tiretu que una anciana de aldea nos pronuncia, esas
fórmulas de antaño que envueltos en mil rezos, nos obliga a dudar
de la razón con la que interpretamos la vida, entre poesías de
niebla y Zan Tiretus nos dejamos llevar por los caminos del misterio
que encogen el alma y nos deslumbran ante las sombras que estaban
siempre esperándonos. Los sonidos nos hacen olvidar la música y
como una tormenta de alaridos nuestra imaginación nos hace vibrar
con mil ideas de nuestro pasado que forjan el horror que anida en
nuestro inconsciente. Las voces en ese grito de locura se introduce
en nuestro oído temblando con las garras de una noche oscura que te
llama hacia tu más allá. La palabra de cada anciana envuelta en sus
velos raídos nos dirige la atención hacia la sombra que todos los
días nos viene a buscar.
Estamos
solos ante su creación y el romanticismo de cada nota nos hace
viajar por sensaciones llenas de emoción que nos arranca de esa
tibia forma de ser que nos posee.
La
gloria de la música nos lleva por múltiples estancias que dentro de
nuestros cerebros abren puertas hacia el misterio que anida en
nuestra alma.
Isrrael
3 Pérez
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