Los teatros de Antón Larrauri
Los
teatros de Antón Larrauri
Hay
dos teatros bilbaínos que de una forma u otra han influido en su
carrera musical.
En
primer lugar hablaremos del Teatro Arriaga. Este edificio se muestra
majestuoso al abrigo de la ría y las eternas siete calles. Se
enclava en la plaza Arriaga de la que recoge el nombre. Esta en el
corazón del casco viejo bilbaíno.
Por
este edificio han desfilado lo más granado de la sociedad de Bilbao
a lo largo de sus casi doscientos años de historia. También lo han
hecho importantes artistas de diferentes ámbitos. El edificio se ha
reconstruido en dos ocasiones, la primera de ellas como consecuencia
de los desperfectos de los sitios a Bilbao durante las guerras
Carlistas, en el segundo caso fue tras un incendio producido el 22 de
diciembre de 1914.
Este
edificio se reinvento y ha pasado por varias fases. Las paredes del
teatro guardan imágenes de todas las noches gloriosas que se han
dado en su interior. Cómo las obras de Larrauri guardan todas las
emociones y experiencias de quien las creo. Esa es la magia de la
música que nunca nos deja indiferentes y siempre lleva impresa una
parte de su autor.
El
Teatro Arriaga además de ser un emblema para la ciudad, tiene un
aire propio de otros tiempos. Nos recuerda épocas que nunca
volverán, pero a las que nos sentimos transportados al traspasar sus
puertas. Que mejor lugar para asistir a un concierto que uno que es
historia viva.
La
villa de Bilbao es muy aficionada a la ópera y en este teatro se ha
inagurado y reinagurado con este género en todas las ocasiones.
Cuando asistimos a una ópera en un edificio así, podemos vernos
transportados aunque sea momentáneamente a la Viena de Mozart y
Beethoven o a la Italia de Verdi.
No
hay teatro que defina la personalidad de un compositor tan bien como
lo hace el Arriaga de Antón Larrauri. Ambos tienen una clase y
elegancia de los que ya no quedan, son propios de tiempos pasados. Se
mueven de acuerdo a unos principios y valores ya en desuso. Su
personalidad nos embarga y transporta a mundos mágicos.
Pero
no toda la trayectoria de Antón respecto a este teatro fue tan dulce
como parece, también tuvo sus momentos tristes, agridulces. Antón
Larrauri tenía su espina clavado respecto a este teatro. Nos dice
el compositor que no entiende porque a su reinaguración del año
1986, tras las reformas de los años ochenta y cambios de titularidad
no fuesen invitados los principales compositores vascos del momento,
entre los que se encuentra el propio Antón. Que mejor forma de
reinagurar ese teatro hubiese sido interpretar Elegía. Esta obra de
Antón era un homenaje y tributo al desastre producido con las
inundaciones del año 1983 donde el teatro también sufrió serios
daños. Hubiese sido una buena ocasión para homenajear a la música
vasca y a la ciudad, una forma de dejar atrás un hecho trágico y
abrir el nuevo periodo con alegría y esperanza, toda la esperanza
que muestra esta pieza. De esta pequeña desilusión habla Larrauri
en una entrevista concedida unos años después.
Si
el Arriaga fue el teatro de su niñez e ilusiones, el teatro de
Campos Elíseos se convirtió en el teatro de su madurez artística y
personal.
Este
teatro se comenzó a construir el 3 de mayo de 1901 con capital
aportado por los hermanos Chavarrí. El edificio fue obra del
arquitecto Alfredo Acebal y del decorador Jean Batiste Darroguy. Fue
construido en el solar donde se encontraban los Jardines Campos
Elíseos de los que tomo el nombre. Se inauguró con la obra Los
galotes de los Quintero. Fue un edificio modernista, ejemplo del
nuevo estilo arquitectónico imperante en Europa, en su momento fue
un edificio rompedor, como lo sería después a música estrenada en
él. Por sus características fue conocido como la Bombonera de
Bertendona (este es el nombre de la calle donde se encuentra).
En
el año 1968 este fue el escenario donde un joven filósofo y crítico
musical se estrenó de cara al público como compositor, este
personaje cuyo nombre quedaría ya ligado por siempre a este teatro
no es otro que Antón Larrauri Riego. Esta obra que estreno era de
Vanguardia y que mejor lugar que un edificio que también lo fue en
sus inicios. La obra fue interpretadas por la Orquesta Sinfónica de
Bilbao de la mano de su director Pedro Pirfano. Años después en el
año 1983 este mismo teatro vería como este compositor era
homenajeado entre sus muros con motivo de su cincuenta aniversario.
Este concierto fue todo un éxito y fue recogido en numerosos medios
de comunicación, si bien es especialmente destacable la entrevista
al autor que publico la revista ritmo con motivo de este homenaje.
Donde no solo podemos encontrar información muy interesante sobre la
visión de la música del autor sino también algunas instantáneas
poco difundidas del compositor.
Cómo
se puede ver Antón estaba muy unido a la vida cultural de su época,
no solo como compositor si también como crítico. Cuantas veces
habrá visitado el Antón crítico estos teatros como un espectador
más para después deleitarnos con sus inteligentes críticas. Sus
críticas musicales se caracterizan por una gran limpieza en el
lenguaje y toda la elegancia que le caracterizaba. Queda entre él y
estos muros cuantas veces durante estos conciertos él imaginaría
que eran sus obras las que allí se interpretaban.
Esperemos
que estos teatros vuelvan a programar su música para poder disfrutar
de ella en su lugar de origen.
Minerva
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