Antón Larrauri en el aula Jovellanos
Antón Larrauri participo en el aula Jovellanos de la
universidad de Oviedo. La charla allí ofrecida fue recogida en el libro “ 14
compositores españoles de hoy”. A continuación vamos a destacar algunas
aportaciones muy interesantes del compositor y a comentar algunas de ellas.
Para Larrauri el hombre no ha terminado nunca pero tampoco
ha comenzado. Estamos en un estado de evolución constante, crecemos a través de
nuestra actividad creativa. Él expresa el siguiente deseo “ deseo que la
expresión artística fustigue la rutina y el adocenamiento y nos haga pensar en
otras superficies” Antón lo hace “ desde mi ángulo vasco, echando mano de
sabrosas tradiciones de mi pueblo, rituales, leyendas, giros rítmicos y células
musicales de la tierra.”
Es especialmente cuando se refiere a los motivos
inspiradores de tres de sus obras y lo que reflejan:
-
Zan tiretu: es una música de ritual mágico y
relaciona al hombre con sus trasmundos.
Es una magia frecuente en el País Vasco. Se quiere cantar a toda la
brujería del País Vasco.
-
Illún: Refleja oscuridad y tinieblas. El título
proviene del Euskera y significa oscuridad. Quiere reflejar las tinieblas y el
oscurantismo a nivel social y cultural de los pueblos.
-
Itzali Eziña: La canción es un tema y melodías
suyos, revestida con una sencillez muy popular y quiere ser ejemplo de lo
inmutable y candoroso. Impresionado por el dolor de los vacíos y problemas que
hay entre nosotros, se quiere evocar un lamento melódico y una añoranza por un
mundo mejor. Se canta como idea pura a
cualquier imagen del paisaje vasco, los tonos verdes luchan con los
grises de la niebla y los azules esperan a
ambos con la esperanza que da el mar.
Otro aspecto que el autor destaca en la parte estética de su
obra es la sinestesia de los sentidos. Lo hace desde dos relaciones que para él
tienen las frecuencias sonoras con los sentidos, por un lado esta la relación
olfato- sonido y por otro el de color-
sonido. Ambos han sido analizados pero nos pararemos más en el primero de ellos
ya que es en el que más trabajo Larrauri. Antón tuvo muchas facetas en su vida Y una de ellas es que fue un
gran sibarita y un gran enamorado de los sentidos especialmente de los olores y
sus influencias. Con mucho trabajo a lo largo de su vida logro crear una
escala de sonidos relacionada con los olores de tal forma que a cada sonido le
correspondía un olor o viceversa. La pituitaria al reconocer un olor produce
una serie de vibraciones que son semejantes a las vibraciones sonoras, en ambos
casos estamos hablando de ondas. Esto que puede sonar subjetivo y abstracto no
lo es y ese totalmente objetivo.
A la hora de realizar una composición partía de la idea inspiradora y comenzaba a crear la
estructura en un papel, empezaba a dar forma al organismo que sería la pieza
final creando las relaciones adecuadas entre los distintos elementos sonoros y
por último ponía las notas. Este era el último paso al que no llegaba hasta que
tenía el resto de elementos (voces, instrumentos, matices,…) equilibrados y
decididos. Cada elemento de este organismo era importante porque estaba llamado
a producir una sensación o vibración.
Cuando a Antón le piden que hable o explique su obra destaca
tres aspectos:
-
Toma las melodías populares del pueblo y con
ello hace una composición. No se limita a una armonización. Pondremos por
ejemplo Gardunak está compuesta a partir de dos melodías populares vascas la
primera de ellas Aldapeko que se distingue por su insistencia melódica y la
segunda tiene como rasgo característico la señorialidad y la elegancia. El siguiente
paso es buscar entre ambas melodías el común denominador musical, con ello se
construye el bajo pedal de la obra resultante. A partir de esto va añadiendo el
resto de instrumentos, armonías y
melodías. Esto es un proceso muy laborioso. Cuando trabaja este tipo de música
lo hace siempre dentro de los cánones de la música tradicional.
-
Hace el sus propias melodías, las construye con
la picardía del siglo XX, pero sin perder lo que para él es la célula popular
vasca. Compositor y pueblo deben estar en la misma línea. Esto que sea siempre
subiendo al pueblo al compositor y no al revés.
-
El tercer elemento y del que nos vamos a ocupar
durante el resto del texto es la música de nuestros días. Para Antón Larrauri
el compositor y el artista es el notario de su épòca, debe dar testimonio de la
misma.
Para Larrauri la música de vanguardia es un sentimiento.
Contra más conocimiento técnico tenemos mayor podrá ser el sentimiento que
podemos transmitir porque tendremos más herramientas a nuestro alcance. El arte
nunca encuentra techo, siempre podemos avanzar y llegar más allá. Pero algo que
deja claro respecto a la música actual es que no todo lo espontaneo es bueno
Puede serlo o no. También lo espontaneo debe tener una base detrás, al final
cuando un músico improvisa además de mostrar lo que lleva dentro se sirve de
sus conocimientos para que el producto final tenga calidad. Pero hay dos
factores que pueden hacer que el producto carezca de sentido y son el abuso y
la frivolidad. Debemos tener cuidado de no caer en ellos. El corazón necesita
un lenguaje, una técnica y este siempre puede ser susceptible de ser ampliado,
si esto no fuese así negaríamos la capacidad creacional del individuo.
Es común oír que la música actual no es buena porque no
suena al oído, todos llevamos un metro en el bolsillo por el que medimos las
cosas pero si nos movemos así por la vida caemos en el riesgo de que el
verdadero arte se nos escape de los sentidos. No cree en las líneas divisorias
entre arte y técnica cree en ello como una unidad. Todo unido forma un
conjunto único aunque una de las partes
por separado parezca mala al unirse a la otra se crea un algo único y especial.
Cuando decimos que algo nos gusta es porque lo relacionamos y a la vez cuando
hablamos de relación estamos hablando de conocimiento. Cuando llevamos un orden
interior distinto del estipulado se nos tacha de anarquistas pero esto no es
así. Antón invocaba a la sintaxis, todo
tiene un orden pero puede ser distinto si empleamos un lenguaje diferente.
Quienes somos nosotros para decir cómo se habla correctamente, no puede acaso
haber distintos ordenes en el lenguaje.
Nos dice el compositor que el arte a medida que se va
depurando, se desnuda de lo superfluo hasta llegar a la síntesis. Añade otra
idea sobre la creación del hombre, el hombre no crea lo que no imagina y no
imagina lo que no existe. Para el autor no hay ruptura con la tradición en la
música de vanguardia, son continuadores de la tradición aunque hagamos cosas
que parezcan y sean contradictorias. Los acordes que hay en la música
tradicional, quedan sustituidos por los “clusters”, que son racimos de notas
con mucha personalidad y vida propia. Antón se declara evolucionista, cree en
la evolución como una espiral en la que ahondar.
Según Antón el compositor que rompe con la tonalidad es
Schoenberg, Hay que hacer mención, como nos muestra este compositor, a Debussy
que no rompe la tonalidad, pero la tambalea muchísimo. El gregoriano aporta a
la música actual un dato muy importante que es la falta de compases. Ve al tono
como un señor feudalista y despersonificador.
A aquellas personas que dicen que esto no es música Larrauri
les dice lo siguiente:
-
En la eventualidad de fuerzas que el propio
compositor desencadena en una composición
-
Que las obras de verdadero valor artístico han
nacido de ese flirteo con el peligro
-
Que la fantasía va por delante, siempre, de la
realidad.
Antón nos trae la definición de arte que hace Marcus “ Arte
es la oposición de la fantasía a la realidad” La realidad es algo muy relativa
y es una cosa nada concreta.
Ante la opinión de que la música de vanguardia es
antinatural Larrauri nos dice que no esta de acuerdo con esto.
El hombre cree que ha llegado al final y no puede estar más
en contra, para él el hombre debe transformarse en el superhombre.
Por último señalaremos un pensamiento de Antón con el que no
puedo estar más de acuerdo a él no le gustaban las mayorías, no todos podemos
pensar lo mismo. Debemos ser únicos y originales.
Minerva
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